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Tras las Huellas de la Pasión

Almas del Metal congregadas y aguardando su momento, un santuario para los devotos del metal en Castellón, España, se rinde homenaje a una era dorada del género.

En la penumbra acogedora del PUB MANOWAR, un santuario para los devotos del metal en Castellón, España, se rinde homenaje a una era dorada del género. La leyenda urbana cuenta que su fundador, un peregrino incansable de los conciertos de Metallica, erigió este templo como un altar a la música que lo transformó. Cada boleto de concierto, cuidadosamente dispuesto en las paredes y mesas, narra una historia de pasión desenfrenada y lealtad inquebrantable hacia los titanes del metal. Adentrarse en este santuario es adentrarse en una época donde el rock y el heavy metal reinan supremos. Es una experiencia que evoca la esencia misma de esos días dorados, donde los videoclips no solo eran una extensión de la música, sino una ventana hacia el alma de la canción, una narrativa visual que encapsulaba la intensidad y la melancolía inherente al género.

Es en este contexto que emerge "One" de Metallica, un monumento en la historia del metal no solo por su poderosa composición musical, sino también por su excepcional videoclip. En un mundo donde la técnica cinematográfica se fusiona con la furia del rock, este videoclip se levanta como un ejemplo supremo de cómo la edición y el montaje pueden elevar la música a nuevas alturas emocionales.

El videoclip de "One" de Metallica es una obra de arte visual que complementa magistralmente la intensidad emocional y la temática de la canción. En su esencia, el mensaje transmitido por Metallica a través de este videoclip es uno de horror, desesperación y la brutalidad de la guerra, todo ello envuelto en una atmósfera de angustia y desolación.

El videoclip, dirigido por Bill Pope y Michael Salomon, se construye en torno a imágenes de la película "Johnny Got His Gun", basada en la novela homónima de Dalton Trumbo. La historia sigue a un soldado que queda gravemente herido durante la Primera Guerra Mundial, perdiendo sus extremidades, ojos, oídos y boca, quedando atrapado en su propia mente, incapaz de comunicarse con el mundo exterior. Esta narrativa desgarradora se entrelaza con las poderosas letras de "One", que exploran temas de alienación, pérdida de identidad y la experiencia traumática de la guerra.



A través de imágenes impactantes y perturbadoras combinadas entre ellas en fade in y fade out, Metallica logra transmitir la brutalidad y el horror de la guerra, mezclando el sonido de la guerra con la música. Su montaje en L que nos transiciona visualmente de la banda al campo de batalla casi sin darnos cuenta, lo logra dando el cambio de imagen pero manteniendo el sonido de la batalla anterior, así nos sumerge tanto en la idea de estar atrapado, como el sufrimiento físico y emocional de aquellos que experimentaron la conmoción en carne propia. Las secuencias de combate, los soldados mutilados y la desolación de los paisajes de guerra crean una atmósfera opresiva que evoca una profunda sensación de angustia y desesperación.

Rodeados de guerra y sumergidos en la idea irónica de que ir a la guerra o enviar a tus hijos, por los intereses de un grupo de personas desconocidas pero con mucho poder e influencia, es la máxima sensación de enriquecimiento personal. La naturaleza de la guerra y su impacto en la humanidad parte del principio mismo de la deshumanización en situaciones extremas, donde el cuerpo del soldado ya no le pertenece. Su cabeza, como se nos muestra en el videoclip, es sumergida en una especie de limbo ético entre sueños de lo que debería ser  y recuerdos de las razones que lo impulsaron. Honor y respeto



En última instancia, el mensaje que Metallica transmite en el videoclip de "One" es uno de protesta contra la guerra y sus horrores, así como una reflexión sobre la fragilidad de la vida humana y la necesidad de empatía y compasión en un mundo marcado por el conflicto y la violencia. Es un llamado a la reflexión sobre las consecuencias devastadoras de la guerra en el individuo y en la sociedad en su conjunto. La intercalación de escenas de la película "Johnny Got His Gun" aporta una capa adicional de profundidad y angustia a la narrativa del videoclip. La brutalidad de la guerra, la pérdida de identidad y la lucha por la supervivencia se entrelazan de manera visceral con la furia y la desesperación de la música de Metallica, creando una experiencia sensorial que deja una marca indeleble en el espectador.



Pero más allá de su impacto técnico y su habilidad para evocar emociones intensas, "One" es un recordatorio melancólico de los días en que el rock y el heavy metal reinaban en la cultura popular. Es un homenaje a una época en la que la música era más que un producto de consumo, era una forma de vida, una expresión de rebelión y autenticidad que resonaba en las almas de millones de personas en todo el mundo. En este santuario del metal en el corazón de España, rodeado de recuerdos de conciertos pasados y la energía palpable de los grandes del género, "One" de Metallica brilla como un faro de la era dorada del rock. Es un testimonio perdurable de la capacidad del arte para trascender las barreras del tiempo y el espacio, y un recordatorio de que, incluso en un mundo en constante cambio, la música siempre será nuestra conexión con lo eterno.


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